دانلود کتاب Escritos filosóficos y humanísticos
by Moris Polanco
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عنوان فارسی: فلسفی نوشته و انسانی |
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hacer el balance de su producción. Artículos que ni siquiera recordaba
hacer escrito; ensayos extraños, motivados quién sabe por
qué circunstancia; columnas curiosas, que tal vez no debió haber
tenido el atrevimiento de publicar. Pero lo escrito, escrito está. El
autor queda reflejado en sus palabras. Así como todo hombre es lo
que hace, todo autor es lo que escribe. Y la primera pregunta que
cualquier lector que se asome a estos escritos seguramente será:
¿que une todo esto? ¿Cuál es el hilo conductor, cuales los temas
comunes? ¿Se puede extraer de todo esto una visión unitaria del
hombre y de la realidad? ¿Hay aquí una visión filosófica medianamente
coherente? Mi respuesta es: horadamente, no lo sé. Sé quiénes
han sido los autores que más me han influido. Recuerdo, con cierta
nostalgia quizás, épocas de mi vida en las que me sentí atraído
hacia determinados autores o temas. Proyectos iniciados y luego
abandonados... Pero no todo son piezas sueltas, aunque lo parezca.
Al final de este libro he querido poner una selección de
“citas desordenadas”. Son las citas que han impactado mucho, y
que considero verdaderas. Algunas me las sé de memoria. Y entre
todas ellas, tengo algunas favoritas. Por ejemplo, aquella de Hilary
Putnam que dice: “Cuando la investigación filosófica está bien hecha,
debe quedar la impresión de que la última verdad alcanzada aún
no esclarece el misterio”. Y es que, para mí, la filosofía ha sido una
incursión en el misterio que, entre más exploro, mayor me parece.
Y esta otra, de James Conant: “nada hay más humano que el deseo
de eliminar todo lo que huela a humano de nuestras teorías e interpretaciones”.
Recuerdo que durante mis años de estudiante de la
licenciatura estuve preso en una imagen: la imagen de la filosofía
con descripción auténtica de la realidad. Pero mis años de doctorado
en Navarra, mi contacto con el pragmatismo norteamericano, me
hizo ver que las cosas no eran tan sencillas... Wittgenstein trajo
paz a mi alma, cuando leí, en sus Investigaciones Filosóficas, «Si
he agotado los fundamentos, he llegado a roca dura y mi pala se retuerce. Estoy
entonces inclinado a decir: “Así simplemente es como actúo”». Las “ansias
de objetividad” nos carcomen, pero no podemos seguir cavando sin
parar. En algún punto tenemos que detenernos y empezar a construir
nuestra casa, en la que habitaremos y desde la que contemplaremos
el mundo. “Trabajar en filosofía —como trabajar en arquitectura,
en muchos sentidos—- es en realidad un trabajo sobre uno mismo.
Sobre la propia interpretación. Sobre el propio modo de ver las cosas
—y lo que uno espera de ellas—” (Wittgenstein). ¿Será mi casa más
verdadera que las casas de mis vecinos? La pregunta es absurda.
Lo que sé es que es mi casa, mi refugio, mi lugar desde donde juzgo
e interpreto el mundo.
Algo en lo que siempre he puesto especial cuidado es que esa
casa no se me venga abajo, por un fallo en su estructura. Este sería
el pecado de la incoherencia, de la contradicción. Mi casa puede ser
sencilla, pero debe ser fuerte, con una estructura sólida. ¿Habré
sido capaz de mantener la coherencia a lo largo de estos veintiún
años? ¿Qué tienen en común Putnam, Vico, Wittgenstein... en mi
pensamiento? Creo que la hora se acerca en que debo volver sobre
mis pasos y hacer una limpieza profunda de mi casa: quedarme
con lo esencial, arrojar lejos lo que estorba, lo que puede debilitar
la estructura. Es hora de tomar distancia y cortar, sin compasión,
todo lo superfluo, todo el peso muerto. Si la vida me alcanza, prometo
una segunda parte de estos “Escritos” en los que intente exponer
mi propia visión de la realidad.