دانلود کتاب Consilience: La Unidad del conocimiento
by Edward O. Wilson
|
عنوان فارسی: Consilience: وحدت دانش |
دانلود کتاب
جزییات کتاب
Iberoamericanos del Nexo Psicofísico - Cuaderno II: Mariela Szirko, Evolución histórica de la Escuela Neurobiológica Argentino-Germana: principales sobre vida, cerebro, psiquismo, y nexo psicofísico -Algunos textos fundantes de Christofredo Jakob, Ramón Carrillo, Mariela Szirko y Mario Crocco (Buenos Aires y Barcelona).
P. 15: "El lector verá enseguida por qué creo que los pensadores de la Ilustración de los siglos XVII y XVII acertaron en gran parte la primera vez. ... La mayor empresa de la mente siempre ha sido y siempre será el intento de conectar las ciencias con las humanidades. La actual fragmentación del conocimiento y el caos resultante en la filosofía no son reflejos del mundo real, sino artefactos del saber. Las proposiciones de la Ilustración original se ven cada vez más favorecidas por la evidencia objetiva, procedente en especial de las ciencias naturales.
La clave de la unificación es la consiliencia. Prefiero esta palabra a «coherencia», porque su rareza ha conservado su precisión, mientras que coherencia tiene varios significados posibles, uno de los cuales es consiliencia."
Pp. 433-436: "la opinión de biólogos y conservacionistas es prácticamente unánime: la única manera de salvar la Creación con el conocimiento actual es mantenerla en los ecosistemas naturales. Considerando lo rápidamente que estos habitáts se están reduciendo, incluso esta solución directa será una tarea gigantesca. De algún modo, la humanidad ha de encontrar la manera de pasar por el atolladero sin destruir el ambiente del que depende el resto de la vida.
El legado de la Ilustración es la creencia de que sobre la base de nuestro propio esfuerzo podemos conocer y, al conocer, comprender, y al comprender, escoger con prudencia. Esta autoconfianza ha aumentado con el crecimiento exponencial del saber científico, que está siendo tejido en una red creciente y completamente explicativa de causa y efecto. En el decurso de la empresa, hemos aprendido mucho acerca de nostros
mismos como especie. Ahora comprendemos mejor de dónde procede la humanidad, y qué es. El Homo sapiens, como
el resto de seres vivos, fue autoensamblado. De modo que aquí estamos, y nadie nos ha conducido hasta esta situación, nadie ha mirado por encima de nuestro hombro: nuestro futuro está completamente en nuestras manos. Al haber reconocido de esta manera la autonomía humana, ahora habremos de sentirnos más dispuestos a reflexionar acerca de adonde queremos ir.
En tal empresa no hay suficiente con decir que la historia se despliega mediante procesos demasiado complejos para un análisis reduccionista. Esta es la bandera blanca del intelectual seglar, el equivalente modernista y perezoso de La Voluntad de Dios. Por otra parte, es demasiado pronto para hablar en serio de objetivos últimos, como ciudades perfectas rodeadas de verde y expediciones robotizadas a las estrellas más próximas. Es suficiente con hacer que el Homo sapiens se instale felizmente antes de que arruinemos el planeta. Se necesita
una cantidad importante de pensamiento serio para navegar por las décadas inmediatas. Estamos mejorando en nuestra capacidad de identificar opciones de la economía política que es muy probable que sean ruinosas. Hemos empezado a sondear los cimientos de la naturaleza humana, que ha revelado qué es lo que más necesita la gente y por qué. Estamos entrando en una nueva era de existencialismo, no el existencialismo absurdo de Kierkegaard o Sartre, que daba autonomía completa al individuo, sino el concepto de que sólo el saber unificado,
compartido universalmente, hace posible la previsión precisa y la opción prudente.
En el decurso de todo ello estamos aprendiendo el principio fundamental de que la ética lo es todo. La existencia social humana, a diferencia de la animal, se basa en la propensión genética a formar contratos a largo plazo que por la cultura evolucionan en preceptos morales y ley. Las reglas de la formación de tales contratos no se le dieron a la humanidad desde arriba, ni surgieron aleatoriamente en la mecánica del cerebro. Evolucionaron a lo largo de decenas o cientos de milenios porque conferían supervivencia y la oportunidad de estar representados en las generaciones futuras, a los genes que los prescribían. No somos niños errabundos
que ocasionalmente pecan por desobedecer instrucciones procedentes del exterior de nuestra especie. Somos
adultos que hemos descubierto qué pactos son necesarios para la supervivencia, y hemos aceptado la necesidad de asegurarlos mediante juramento sagrado.
En principio, puede parecer que la búsqueda de la consiliencia aprisione la creatividad. Ocurre exactamente al revés.
Un sistema unido de conocimiento es la manera más segura de identificar los ámbitos de la realidad todavía no explorados. Proporciona un mapa claro de lo que se sabe, y enmarca las cuestiones más productivas para la indagación futura. Los historiadores de la ciencia observan con frecuencia que plantear la pregunta correcta es más importante que obtener la respuesta correcta. La respuesta correcta a una pregunta trivial es también trivial, pero la pregunta correcta, aunque sea insoluble de forma exacta, es una guía para los grandes descubrimientos. Y así será siempre en las excursiones futuras de la ciencia y en los vuelos imaginativos de las artes.
Creo que en el proceso de localizar nuevas avenidas de pensamiento creativo llegaremos también a un conservadurismo existencial. Vale la pena preguntarse repetidamente: ¿dónde están nuestras raíces más profundas? Somos, a lo que parece, primates catarrinos del Viejo Mundo, animales emergentes brillantes, definidos genéticamente por nuestros orígenes únicos, bendecidos por nuestro genio biológico de reciente
origen, y seguros en nuestra patria si así lo deseamos. ¿Qué significa todo ello? Esto es lo que significa. En la medida en que dependemos de dispositivos protésicos para mantenernos vivos y mantener viva la biosfera, lo tornaremos todo frágil. En la medida en que proscribamos al resto de los seres vivos, empobreceremos nuestra propia especie para toda la eternidad. Si acabamos renunciando a nuestra naturaleza genética frente al raciocinio ayudado por las máquinas, y si también renunciamos a nuestra ética y nuestro arte y nuestro
significado mismo, a cambio de un hábito de divagaciones despreocupadas en el nombre del progreso, imaginándonos como dioses y absueltos de nuestra antigua herencia, nos convertiremos en nada.
----------------
"A dazzling journey across the sciences and humanities in search of deep laws to unite them." --The Wall Street Journal One of our greatest living scientists--and the winner of two Pulitzer Prizes for On Human Nature and The Ants--gives us a work of visionary importance that may be the crowning achievement of his career. In Consilience (a word that originally meant "jumping together"), Edward O. Wilson renews the Enlightenment's search for a unified theory of knowledge in disciplines that range from physics to biology, the social sciences and the humanities.Using the natural sciences as his model, Wilson forges dramatic links between fields. He explores the chemistry of the mind and the genetic bases of culture. He postulates the biological principles underlying works of art from cave-drawings to Lolita. Presenting the latest findings in prose of wonderful clarity and oratorical eloquence, and synthesizing it into a dazzling whole, Consilience is science in the path-clearing traditions of Newton, Einstein, and Richard Feynman.