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Carlos V (1500-1558)
Carlos I de España y V de Alemania, el soberano que llegó a reunir bajo su poder un inmenso imperio, nació en Gante en 1500. Hijo de Felipe el Hermoso y de Juana la Loca, pasó su infancia y juventud en Flandes hasta que, a la muerte de su abuelo materno, Fernando el Católico (1516), accedió al trono de España. Tres años más tarde, al morir Maximiliano de Habsburgo, su abuelo paterno, fue elegido emperador de Alemania gracias, entre otros factores, al dinero proporcionado por los banqueros más importantes de la época. Inició su reinado en España rodeado de un séquito flamenco y tuvo que hacer frente al alzamiento de las Comunidades de Castilla y a las Germanías de Valencia y Mallorca. Decidido a lograr una cohesión territorial y política que hiciera posible la restauración del Sacro Imperio Romano Germánico, y al tiempo que se extendían las conquistas españolas en tierras americanas, sostuvo guerras contra Francisco I de Francia, a quien derrotó e hizo prisionero en Pavía, contra el papa —conflicto que concluyó con el saqueo de Roma por las tropas del ejército imperial (1527) y la posterior Paz de Cambray—
y, más tarde, contra la liga formada por los príncipes luteranos, aliados con Francisco I, quien a su vez había pactado con los turcos. El sostenimiento del Imperio fue posible, inicialmente, merced al firme apoyo de los reinos peninsulares, que continuamente abastecían de dinero y hombres las empresas del emperador. Sin embargo, a partir de 1554, los incesantes conflictos desatados en diversos frentes, la crítica situación financiera y la ruptura religiosa propiciada por la Reforma luterana echaron por tierra sus grandes proyectos. Desilusionado y enfermo, Carlos V abdicó en Bruselas, en 1556, legando el imperio germánico a su hermano Fernando y España y el resto de sus territorios en Europa y América a su hijo Felipe. Retirado al monasterio extremeño de Yuste, murió en 1558. En la Europa del siglo XVI, mientras Francisco I reinaba en Francia y Enrique VIII en Inglaterra, Carlos V se convirtió en dueño del imperio más grande conocido por la historia. Considerado como el «guardián de la cristiandad», el emperador luchó durante cuarenta años por defender los valores de un mundo que no tardaría en derrumbarse. Philippe Erlanger, autor de numerosos libros sobre temas históricos, expone en esta obra los avatares de Carlos V y de su política sobre el telón de fondo de una época en la que se estaban fraguando cambios decisivos cuya influencia todavía perdura.