دانلود کتاب Redes de poder en el Perú y América Latina. 1890-1930
by Raúl Palacios Rodríguez
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جزییات کتاب
primera parte, repasamos la coyuntura tanto internacional como latinoamericana en que se dio el desplazamiento definitivo de Gran Bretaña
por Estados Unidos, subrayando los distintos aspectos y niveles de la
meteórica carrera norteamericana hacia la cúspide que hoy ostenta.
Puede decirse que tal hegemonía se hizo absoluta a partir del Tratado
de Versalles, involucrando espacios geográficos tan distantes y disímiles
como Europa continental y América Latina.
La segunda parte examina cómo, durante el régimen de Leguía, se amplió y consolidó (no se inició) la penetración estadounidense en el Perú,
sin llegar, por supuesto, a rangos tan extraordinarios como los que se dieron en otras realidades de nuestro continente. Comparándola con períodos anteriores, advertimos que la injerencia norteamericana durante el
Oncenio fue ciertamente muchísimo más considerable y visible que en
épocas anteriores. Asimismo, se exploran los distintos ámbitos en los que
la presencia norteamericana se hizo presente en nuestro medio; la idea
es advertir al lector que esta penetración no sólo ocurrió en el terreno
exclusivamente económico, sino también en aquellos otros que configuraron la vida nacional de entonces. En este sentido, y por mucho tiempo,
la presencia estadounidense se enraizó de modo pertinaz1. Como antecedente (válido para entender esta singular coyuntura) incluimos en esta segunda parte un balance histórico de cómo la economía peruana evolucionó desde 1821 (fecha de su ruptura con la metrópoli hispana) hasta la consumación de la Primera Guerra Mundial. A la luz de una información
amplia y confiable, se ausculta el comportamiento de determinadas
economías o situaciones históricas que, en ese lapso, configuraron el perfil de nuestra nación y que, de un modo u otro, hicieron posible el afianzamiento del capital norteamericano en el Perú de Leguía.
Concluye el volumen con una bibliografía que recoge las principales
fuentes que, tanto en su dimensión primaria como secundaria, hemos
podido ubicar. Su confrontación crítica ha merecido una especial atención a lo largo de toda la pesquisa histórica. En las páginas que siguen,
intentamos, pues, describir sucintamente las mencionadas secciones,
tratando de penetrar en sus aspectos sustantivos. Veamos la primera
parte.
Hacia 1900, Europa había alcanzado la cima de su poderío y de su
prestigio. Pese a su insignificancia geográfica (por su tamaño ocupa el
penúltimo lugar entre los siete continentes), la inventiva, la energía y la
agresividad de sus pueblos le habían permitido adquirir una primacía
tan duradera que muchos europeos estaban convencidos de que se perpetuaría indefinidamente (Cipolla: 1981). Fue ésta la era clásica del imperialismo, con la partición de África entre las potencias europeas como
episodio principal. Europa dominaba el mundo, económica y políticamente. En conjunto, Gran Bretaña, Alemania y Francia abarcaban el
60% del mercado mundial de bienes manufacturados. Al poderío polí-
tico y económico del Viejo Mundo había que añadir su predominio cultural. París, Berlín, Londres, Viena y Roma eran los centros ilustrados del
orbe. Esta superioridad no se basaba tan sólo en una tradición
ininterrumpida que databa de siglos y convertía sus ciudades y pueblos
en museos sin par del pasado, sino también en una renovada vitalidad.
Los veinte años anteriores a 1914 constituyeron uno de los períodos
más fructíferos e innovadores en la historia de Europa, no sólo en el
campo de las artes, sino también en el de la ciencia (comienzo de la
revolución del siglo XX en la física) y en el estudio del hombre y la
sociedad (Freud, Weber, Spengler, Durkheim, etc.).