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Bruscamente, la descarga se interrumpe. Los cornetines de órdenes escalan los parapetos, y, en medio de un insólito silencio suenan las notas estridentes que anuncian el alto el fuego. Son las dos de la mañana del día 11 de noviembre de 1918. La Gran Guerra acaba de llegar a su fin: los alemanes han aceptado las condiciones de armisticio impuestas por las potencias aliadas. En la última orden del día a sus tropas, el mariscal Foch declara: «Habéis ganado la mayor batalla de la Historia y salvado la causa más sagrada, la libertad del mundo...». La guerra ha terminado. Ahora se trata de preparar la paz, y todos tienen el mismo pensamiento en la mente: «que nuestros hijos no vuelvan a ver algo parecido». Ese algo, es la guerra. La Primera Guerra Mundial, con sus nueve millones de muertos... Veinte años más tarde, sin embargo, estallará la Segunda Guerra Mundial, que dejará sobre los campos de batalla unos cuarenta millones de muertos[1]. Entre esas dos catástrofes, un entreacto de veinte años: la paz precaria...Este entreacto se divide en dos períodos bien diferentes: los años locos y despreocupados de la posguerra, a los que siguen los años turbios e inquietos que precederán al nuevo drama.Esta época será testigo del advenimiento del nazismo en Alemania, una Alemania largo tiempo humillada por la derrota de 1918 y que todavía recuerda las palabras pronunciadas por Ebert, sucesor del canciller Max de Bade, ante los soldados de la Guardia Imperial: «Yo os saludo, a vosotros, a quienes ningún enemigo ha podido vencer en los campos de batalla». El Gran Estado Mayor, por su parte, repetía incansablemente una frase: «¡Jamás hemos sido derrotados!».Un hombre se aprovechará de aquel sentimiento de frustración y de rebeldía: Adolf Hitler, el pequeño cabo de la Gran Guerra. «A partir de aquel día (11 de noviembre de 1918), mi destino se me apareció claramente: iba a emprender el camino de la política», diría más adelante Adolf Hitler, quien desde el primer momento se impuso un solo objetivo: luchar contra el «Diktat» de Versal les y devolver a Alemania su grandeza y su gloria.He aquí algunos hechos importantes que dominaron la Historia de los años veinte y treinta, en Francia y en el resto del mundo.