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Durante algún tiempo, la pequeña isla africana de Corisco fue una pieza clave en la trata atlántica con sus barracones esclavistas. A partir de 1880, los territorios del Muni fueron codiciados por alemanes, franceses y españoles antes de ser repartidos entre los dos últimos. En 1926, España consiguió el control absoluto del Muni y se lanzó a la aculturación de las poblaciones de la región, relegada a una posición marginal en el nuevo marco geoestratégico africano. Éstas jamás volverían a ser lo que habían sido.