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El gran desarrollo de la teología del Espíritu Santo tuvo lugar en el siglo IV en Oriente, y fue protagonizado por San Basilio de Cesarea, San Gregorio de Nacianzo y San Gregorio de Nisa. Fueron ellos quienes, frente a las corrientes que negaban la divinidad del Hijo y del Espíritu, construyeron una teología trinitaria y pneumatológica que permitió la afirmación definitiva de la Trinidad Personal en la Unidad de Dios. Su profundización en la teología del Espíritu Santo da razón progresivamente de su «divinidad», para pasar después a la consideración de su «procesión» y su «theologia». Su aportación es tan importante que puede tomarse como auténtico background de la enseñanza del Concilio I de Constantinopla (381) y como fermento de los ulteriores desarrollos de la pneumatología que alcanzan hasta nuestros días. Miguel Brugarolas presenta en esta obra cuanto estos tres Padres de la Iglesia creyeron, pensaron y dijeron sobre el Espíritu Santo y su lugar en el interior de la Trinidad, uniendo la investigación histórica con el análisis de la coherencia de su pensamiento, de la akolouthía teológica a la que daban tanta importancia. El autor ofrece así, un estudio de la pneumatología del siglo IV griego comenzando por San Basilio y el primer tratado sobre el Espíritu Santo, hasta la formulación más rica y acabada de la pneumatología, sellada por San Gregorio de Nisa.